Tras un complicado 2022, Ana Pérez Box ha vuelto. La judoca alicantina superó un camino de espinas, en forma de lesiones, que casi pone fin a su carrera. “Estaba psicológicamente hundida, he pensado en dejarme el judo”, confiesa. Su constancia, su reconciliación con sus sueños, sus sesiones de entrenamiento y psicología deportiva y sus lágrimas tras conquistar una nueva medalla, resumen unos meses especiales para ella. Desde sus cenizas, su ave fénix ha vuelto a levantar vuelo en un cielo con menos nubes y más sueños. Y así lo cuenta en esta entrevista.
Por Matías Sartori
Está nublado. Pero, en el cielo de Benimaclet, algún rayo de sol se escapa tímidamente. Tanto en el exterior, como en el interior del Centro de Alto Rendimiento de Judo, el panorama se asoma alentador en cuanto a los resultados deportivos de los judocas que, día a día, van puliendo su técnica. Una técnica que solamente el entrenamiento permite perfeccionar para certificarla, posteriormente, en algún combate. Además del físico, en su cabeza, lleva tiempo entrenando. Porque las nubes duraron más tiempo de lo previsto para una deportista que fue subcampeona del mundo y olímpica en Tokio durante 2021. Aquellos buenos tiempos abrieron un eterno paréntesis que, con constancia, Ana Pérez Box fue cerrando. Los fantasmas de las lesiones la llevaron por un laberinto de incertidumbre en torno a su carrera como deportista. Un angustioso camino en forma de espiral que contemplaría la luz al final del túnel al trabajo constante, la perseverancia y varias sesiones de psicología deportiva. Y, aunque el Gran Slam de Antalya no permitió darle continuidad a su exitoso regreso, el reciente bronce en Tel Aviv volvía dibujarle una sonrisa a la judoca alicantina.
La nostalgia de ver el tatami sin poder competir le carcomía por dentro. Para alguien que tiene como alimento sagrado la competición, estar tanto tiempo parada parecía desnutrir sus sueños y sus ganas de volver a sentirse deportista. Ana se ajustó el judogi y venció el combate más importante de su carrera. Su combate mental. Y el sol volvió a salir. 617 días después.
¿Menuda tormenta has tenido que pasar en 2022?
Pues sí, me ha pasado de todo. Me tuve que operar la mano después de los Juegos Olímpicos, luego tuve covid y distintas lesiones como la rotura de ligamentos del dedo o la rotura isquiotibiales y cuando parecía que ya había pasado todo, antes del Mundial tengo otra lesión. Recién en octubre del último año, pude participar de unos Grand Slam y a finales de año participé de un Máster donde conseguí un séptimo puesto. Creo que, a pesar del resultado, fue una competición en la que me sentí muy feliz porque sentí que estuve compitiendo bien y que volvía a ser yo misma en el tatami. Después de ese año tan desastroso, era muy importante sentirme bien compitiendo. Este año empecé bien con el quinto puesto en el Grand Prix de Portugal, pero sentía que la medalla iba a llegar pronto.
Del subcampeonato del mundo en Budapest en 2021 hasta el bronce de Tel Aviv pasaron más de 600 días. ¿Qué ha significado esta medalla?
No era el hecho de la medalla en sí, sino la sensación de volver a competir bien y volver a estar ahí. No era solo la medalla, sino todo lo que está detrás y la gente que estuvo acompañándome. Al final, después de los Juegos Olímpicos y del subcampeonato del mundo parece que estás en la cresta de la ola de tu carrera y luego no consigues remontar. Ha sido una de las medallas más especiales por el hecho de volver a sentirme feliz como deportistas.
¿Cómo ha sido el proceso mental que has tenido que atravesar para volver a sentirse así de bien?
Vienes de estar muy bien, de conseguir unos buenos resultados y luego vienen las lesiones. Yo lo pasé muy mal en esa transición posterior a los Juegos. Luego de pasar por el quirófano, no me esperaba pasar un año tan malo y se hace todo más difícil. Estaba psicológicamente hundida. Si le preguntas a las personas que me conocen, a mi encanta el judo. Pero lo que realmente me encanta es competir. La competición es mi hábitat natural. Y no poder competir era algo que iba hundiendo cada vez más. Yo estaba verdaderamente hundida. Menos mal que trabajo con mi psicóloga deportiva porque si no me hubiese dado por vencida. A lo largo de esta temporada le he dicho muchas veces a mi psicóloga: “Me dejo el judo. Hasta aquí llegamos”. Sentía que no podía más y que el judo ya no me hacía feliz. Yo siempre dije que iba a entrenar y competir en judo siempre que me haga feliz. Y por eso me lo quise dejar. ¿Cómo voy a hacer algo que no me hace feliz? Me estaba machando día tras día y cuando Iba a entrenar lo hacía sin ganas. No estaba bien.
¿Qué significa para ti poder competir?
La competición es como mi hábitat natural, el judo me gusta, pero competir es mi hábitat. Yo veía que llegaban las competiciones y no estaba al 100% y terminaba fundida. Por eso lo hablaba con mi psicóloga deportiva, sino fuera por ella me hubiera dado por vencida. Pensaba que hasta aquí había llegado. Yo siempre he dicho que voy a hacer judo y competir mientras me haga feliz. ¿Cómo voy a hacer algo que no me hace feliz? Me estaba machacando. Era venir y entrenar sin ganas. Y todo el mundo te pregunta cómo van las competiciones… Y todo ha ido tan bien y cuando empieza a ir tan mal no quieres hablar del tema. El tema de la cabeza es muy importante a nivel deportivo, pero en judo hay que entrenarla cómo entrenas tus músculos y tu técnica. La gran mayoría de los triunfos que se ganan en judo, se ganan con la cabeza. Eso ha sido muy importante, si mi psicóloga deportiva, mis padres y mi pareja no hubieran estado detrás de mi empujándome yo no estaría aquí hablando contigo y no seguiría haciendo judo.
¿Qué tan importante es la figura del psicólogo deportivo?
Dentro del mundo del deporte, teníamos muy clara la figura del psicólogo deportivo y sabíamos que era absolutamente necesaria. Pero alguien de fuera ve que alguien consulta a un psicólogo con tanta frecuencia y dice “está loca” o te tildan que “tienes problemas en la cabeza”. En Tokio, una deportista de renombre mundial dice “yo no compito porque estoy mal y mi salud mental va por delante de todo esto” y de repente la gente ahora piensa que las personas que van al psicólogo no están locas o que tal vez es un impulso que necesita. Para los deportistas es un entrenamiento más. Con mi psicóloga he planeado cosas que he aplicado en las competiciones. Yo no me siento a hablar con ella de cómo va mi vida. Yo me siento a preparar mis competiciones y los entrenamientos. Una persona como Simon Biles le dio importancia a la figura que tenía el psicólogo deportivo para nosotros y a entenderlo como algo natural y qué hacer terapia está bien y puede solucionar muchas cosas que no creíamos que puede ayudar. Fue súper importante que alguien como Biles haya hecho lo que hizo.
La medalla es importante, pero también las sensaciones de sentirte bien, ¿no?
La medalla siempre es el objetivo, pero con el tiempo aprendes que, aunque no tengas la medalla, la competición te puede servir de mucho para las sensaciones. Mi objetivo es la medalla, pero también mantenerme allí. La sensación de que estoy ahí y ratificar que estoy creciendo. Tengo claro de que no estoy al 100% y debo seguir mejorando. Quiero salir al tatami y sentirme feliz… Esa es la mayor recompensa que puedo tener.
¿Cómo te encuentras para lo que viene por delante?
En los últimos torneos he participado para coger puntos, pero al final voy de cara al Mundial con la intención de repetir el podio. Estoy contenta de que no haya sido el Mundial el año pasado por la lesión, porque no estaba en un buen momento y hubiese sido un trago amargo. Este año sí que tengo las ganas y el impulso de ir a por la medalla y seguir sumando puntos en la clasificación. Pero, al fin y al cabo, un Mundial es un Mundial, da igual lo que venga antes o después.
¿Cómo te encuentras a poco más de un año de los Juegos Olímpicos?
Estoy bastante tranquila. Es cierto que nosotros tenemos que clasificar, pero mi objetivo final es estar luchando por una medalla olímpica. Cuando ya has logrado la primera, la segunda la vives con más tranquilidad. Lo tomas como un entrenamiento para los objetivos grandes. Estoy tranquila porque ya sé lo que es una clasificación, los nervios, pasarlo mal, contar puntos. Ahora eso para mí esto es totalmente ajeno. No tengo idea de cómo voy en el ranking olímpico, no tengo obsesión con eso. Al final es competir y hacer lo que te gusta y ya está. No veo más allá de eso.
En poco tiempo has pasado de ‘me quiero dejar el judo’ a volver a soñar con una medalla…
En ningún momento he dejado de tener la ilusión de volver a estar en unos Juegos. Pero mi mente estaba pensando en el sufrimiento que estaba atravesando en ese momento, por no ser feliz y no querer seguir con esto. Era difícil considerar que lo que me había hecho toda mi vida me estaba amargando y tenía una lucha interna entre lo que estaba atravesando y lo que venía por delante como París, los JJOO… entonces nunca he dejado de soñar, pero he sido realista y me dije a mi misma: “en estas condiciones no lo puedo conseguir, tengo que seguir trabajando y tengo que salir de aquí”. Cuando lo pasas tan mal, la parte de los JJOO y medallas la dejas al margen. Tuve que empezar a construir mi casita desde cero. Nunca he dejado de tener ese objetivo en mente, siempre ha sido eso, cuando volví de Tokio necesité mi espacio y digerirlo todo, pero supe que el objetivo iba a ser París e iba a luchar por estar en París. Tras las lesiones consideré que esto se había acabado para mí, pero mi objetivo siempre fue ese por más nublada que haya estado mi mente. Para un deportista, clasificarnos no es un mérito sino el camino a la medalla olímpica.
Foto: Gabi Juan
Aitana Hernández había derrotado en semifinales a Vusala Hajiyeva (Azerbaiyán) y a Gizem Dincer (Turquía). Previamente, inició la competición venciendo en los combates del round 2 ante Lya Monney (Turquía) y Anja Jovanovic (Serbia) en el round 3.
